¿Cómo podemos favorecer el desarrollo socio-emocional de nuestros hij@s adolescentes en tiempos de confinamiento?

Vivir el confinamiento siendo un adolescente es todo un desafío, debido a que esta emergencia sanitaria interfiere en las tareas del desarrollo de esta etapa; encontrar un lugar en el grupo de pares y la adaptación y ajuste a los cambios físicos, hormonales y psicológicos.
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Vivir el confinamiento siendo un adolescente es todo un desafío, debido a que esta emergencia sanitaria interfiere en las tareas del desarrollo de esta etapa; encontrar un lugar en el grupo de pares y la adaptación y ajuste a los cambios físicos, hormonales y psicológicos. La pandemia se produce en un momento de muchos cambios para el adolescente; es un psiquismo en construcción que está en constante cambios, y ahora se debe agregar, la incertidumbre externa, la limitación social e imposibilidad de ver al grupo de amigos, la reducción o anulación de espacios de privacidad que favorezcan la intimidad, la reflexión y la introspección como una forma de entenderse y entender el mundo.

Es importante comprender un poco más de la etapa de la adolescencia para entender por qué este tiempo es tan complejo para ellos. La adolescencia es una etapa que implica transformaciones y transiciones, abarcando todas las áreas del desarrollo; social, biológico, emocional e intelectual. Es un proceso intersubjetivo, donde importa la representación que se tiene de sí y la valoración y significados que los demás construyen respecto de él (Musalem, 2012).

Una de las tareas de esta etapa es desarrollar una identidad positiva, realista y orientada socialmente (Musalem, 2012), es importante lograr la aceptación del grupo de pares; recibir reconocimiento y valorización de parte de su grupo influye en la construcción de una imagen positiva y de una adecuada autoestima.

La confirmación y reconocimiento de los amigos, ayuda al proceso de individuación al actuar como una base emocional alternativa para asumir los procesos de distanciamiento, necesarios para la diferenciación con respecto a los padres (Musalem, 2012). 

En este sentido, el grupo de pares es fundamental en el desarrollo social y psicológico de los adolescentes. Desde esta perspectiva, es posible entender a nuestros hijos y lo difícil que puede ser para ellos sobrellevar el confinamiento lejos de sus amigos y por eso, la insistencia que pueden presentar algunos para juntarse con sus amigos. A lo anterior, se suma la sensación de omnipotencia; se sienten fuertes e invencibles, sobretodo, porque no son un grupo de riesgo en esta pandemia, manifestando mayor oposición frente a la medida de aislamiento. 

Sin embargo, creo que a veces nos olvidamos de todas las cosas importante a las que están teniendo que renunciar nuestros hijos y nos molestamos con su falta de comprensión y empatía, por su insistencia en salir, en querer ver a sus polol@s, amigos y un largo etcétera, pero no nos ponemos en su lugar, no vemos a lo que han renunciado en estos casi 4 meses; compartir con sus amigos en los recreos, los deportes, el cine, las fiestas, reír juntos, aniversarios, la vivencia del último año escolar para aquellos que están en 4to medio. Esta es una gran pérdida, todas las actividades y nostalgias que se viven durante esta época, todos los recuerdos que se construyen entorno a este tiempo que marcan el fin de un ciclo, hoy está limitado a ser vivido entorno a 4 paredes, frente a un computador. A su vez, muchos han tenido que experimentar de otra forma el primer año de universidad, y aquellos que ingresaron este año, no han podido vivir ni descubrir el mundo universitario, solo se quedaron con las opciones de clases online, sin conocer presencialmente a sus compañeros, profesores, sin vivenciar las muchas actividad que hay en estos espacios y sin recorrer los rincones de la universidad.

Comprender lo que han tenido que renunciar durante estos meses –y los que vienen-, poder valorar el rol que tiene los pares en el desarrollo de nuestros hijos y la importancia que representa para ellos vivir nuevas experiencias para la construcción de su identidad, puede favorecer nuestra empatía con ellos, sin juzgarlos y ser un apoyo emocional que escucha y acompaña.

Cómo favorecer relaciones más armónicas con nuestros hijos.

No hay que olvidar que nuestro rol es el de favorecer el proceso de individuación de nuestros hijos, dando espacios y permitiendo que se desenvuelvan más allá del espacio del hogar. Para esto, es importante adaptarnos y evaluar cómo podemos seguir siendo un apoyo para nuestros hijos y favorecer su equilibrio emocional.

La convivencia entre padres y adolescentes no hay que entenderla solo como una fuente de conflictos sino también como una posibilidad de descubrimientos. Esto nos permitirá tener otra disposición hacia nuestros hijos, comprenderlos y ser una guía en estos tiempos de incertidumbre.

Es aconsejable que los padres puedan desplegar un rol comprensivo hacia sus hijos, posibilitando la confianza y comunicación, así como también, tener la capacidad de anticiparse frente a determinadas situaciones. Se recomienda tener espacios de conversación donde el adolescente pueda ser integrado, motivándolo a buscar posibles soluciones frente a los problemas que vivencia, preguntándoles, por ejemplo, cuál es su necesidad; ¿qué necesitas para tolerar mejor el encierro?. Es tarea de todos, buscar formas en la organización familiar que permitan responder a las demandas de nuestros hijos, por ejemplo, si solicita más tiempo a solas o conectarse más tiempo con amigos, es necesario coordinar entre todos estos espacios, hacer un calendario para ocupar dispositivos electrónicos –por turnos-, asimismo, momentos a solas en la habitación para cada hijo, si es que está es compartida por hermanos.

La convivencia puede mejorar al organizar mejor los espacios y comprender la necesidad de tener espacios de intimidad para su desarrollo, y respetar estos momentos, que en realidad, todos necesitamos y debemos gestionar.

Es fundamental mantener un equilibrio entre posibilitar espacios a solas y otros en familias, no es saludable que los adolescentes estén todo el día aislados y encerrados en sus habitaciones. Se deben construir espacios y tareas comunitarias; delegar y entregar tareas del hogar a todos los miembros, para que todos contribuyan al bienestar del otro. Organizar actividades en familia; un juego de mesa, películas que sean del agrado de todos, escuchar música que les gusta a nuestros hijos como una forma de conocerlos y acercarnos a ellos, etc. Puede ser una buena idea, adaptar la técnica del frasco de la felicidad – descrita en el artículo ¿Cómo sobrellevar el aislamiento en casa con nuestros hijos? – como una forma de favorecer interacciones agradables y de cercanía con nuestros hijos: valorar lo que tenemos, valorar nuestro día a día, qué nos ha permitido descubrir este tiempo en casa y que antes pasaba desapercibido. Esta actividad nos ofrece un espacio de encuentro y serenidad, un estado al que podemos volver en tiempos de crisis y conflictos.  

Por otra parte, estamos funcionando en una modalidad desconocida, donde deben operar otras reglas, más flexibles, pero donde sigue siendo importante mantener algunos límites. Por este motivo, se recomienda conversar en familia acerca de esta nueva forma de convivir y explicitar las reglas –las que se mantienen, las que cambian y las nuevas- y establecer acuerdos de convivencia, como una forma de anticiparnos a posibles conflictos.

Los padres deben aceptar que la emergencia sanitaria que estamos viviendo provocará diferentes emociones a nivel familiar; como incertidumbre, frustración, aburrimiento, cansancio, rabia, ansiedad y estrés, por lo que se debe buscar instancias en la que podamos conversar con nuestras hijos respecto de cómo se sienten con todos los cambios que ha tenido nuestra cotidianidad y forma de vivir. Conocer cuáles son sus temores y preocupaciones. Cómo están viviendo estos cambios y que podemos hacer entre todos para ayudarnos a sobrellevar este momento. Es fundamental que los padres se muestren disponibles para conversar y respeten los tiempos de sus hijos, ya que hay muchos adolescentes que les es difícil expresarse y comunicarse, por lo que es necesario respetar esos tiempos y hacerles saber que están disponibles para ellos cuando estén listos para compartir sus afectos y experiencia.

Ayudar a cumplir las indicaciones de distanciamiento social.

Es fundamental explicar el sentido de la medida de aislamiento social, como una condición que permite cuidarnos pero por sobretodo cuidar a otros, a los adultos mayores y otras personas que tienen factores de riesgo. Se les debe explicar que ellos deben mantener el aislamiento porque pueden ser un vector de contagio para esos grupos de riesgos y enfermarlos gravemente, por eso es mejor que todos podamos permanecer en casa. Darle un sentido a la medida puede ayudar a aceptarla mejor.

Por otra parte, es importante enfatizar que no es posible reunirse con los amigos porque desconocemos si ellos o sus familias están bien, si cumplen con las medidas de aislamiento y si están sanos, ya que hay personas que pueden tener el virus y ser asintomáticas y contagiar a otros. Por lo tanto, es mejor suspender los encuentros, porque hay que tener un sentido solidario y pensar en la familia y en los grupos de riesgo, ya que al juntarse con sus amigos puede traer a casa el virus.

A su vez, también se debe explicar, que si bien no son un grupo de riesgo, no sabemos realmente cómo puede afectarlos, ya que es un virus que aún desconocemos su funcionamiento y hay personas jóvenes que se han agravado, por lo que es mejor, tener precaución y cuidarse. 

Durante ese proceso es importante ser contenedores y empáticos con las necesidades de nuestros hijos, entender su frustración y no banalizar ni minimizar su molestia. Sería bueno recordar nuestra etapa de adolescencia y el rol primordial que tenían nuestros amigos en nuestras vidas, en el ámbito escolar y fuera de éste. Recordar todas las cosas que vivimos y que fueron importantes de desarrollar; como ir a fiestas, ir al cine con amigos o en pareja, aniversarios de colegios y competencias deportivas, etc. De este modo, será más fácil empatizar con ellos, escucharlos y darles un espacio para que puedan desahogarse, reconociendo y validando esos sentimientos.

Es aconsejable construir acuerdos con nuestros hijos respecto de cómo llevar este tiempo de mejor manera. Es posible flexibilizar en los tiempos que se dedica a las redes sociales, ya que por el momento, es la vía para mantenerse conectados con otros. Ayudarlos a ser creativos y buscar nuevas formas de interacción con sus amigos. Sin embargo, esta mayor flexibilidad debe de todas formas contar con horarios, por ejemplo, a la hora de las comidas, que es un espacio familiar, dejar de lado las redes sociales y video-juegos y en las noches establecer un horario límite de conexión.

Mantener hábitos saludables

Es fundamental mantener rutinas saludables, como dormir una cantidad adecuada de horas (entre 8 y 9 hrs.), comer bien y realizar ejercicios. Sostener tiempos predecibles para despertarse y acostarse, es importante para nuestra salud mental, ya que nos ayuda tener un estado de ánimo positivo y nos permite una sensación de estabilidad. Las rutinas nos dan la posibilidad de organizarnos y orienta el funcionamiento familiar.

Organizar las actividades académicas en un calendario puede ser un apoyo al definir períodos de trabajo, de descanso, para ejercitarse y entretenerse. Estructurar las actividades que se deben hacer durante los días de la semana entrega claridad respecto de las tareas del día y facilita su realización. Durante los fines de semana, es importante mantener una rutina distinta, más flexible y con horarios alternativos a los de la semana.

A continuación, les comparto información de la Unicef, quien ha elaborado material de apoyo para los adolescentes.

Referencias

Musalem, R. (2012). El desarollo adolescente y sus trastornos. En Almonte, C. y Montt, M.(ed). Psicopatología infantil y de la adolescencia (pp. 49-68). Chile: Editorial Mediterráneo Ltda.

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Claudia Hernández

Claudia Hernández

Psicóloga de Niños y Adolescentes. Acompañamiento para madres y padres en las tareas de crianza